Cuando tienes unos días de vacaciones y el cuerpo no te pide demasiada marcha pero sientes la necesidad de descansar y airearte para recargar pilas te planteas qué hacer.
Miras destinos, piensas ciudades que te apetezca conocer que no estén demasiado lejos, un par de noches meditándolo con la almohada y ya lo tienes: toca conocer Cantabria.
Fuente Foto: http://www.turismoruralcantabria.com
No se conoce especialmente Cantabria por su gastronomía, aunque en todos los sitios tienen sus platos típicos y rincones merecedores de conocer que no podía dejar escapar una vez allí, ¿estáis conmigo?
Un día completo para conocer la capital, Santander. Desde el punto de la mañana dando vueltas y preguntando en la oficina de turismo. Pero eso sí, no antes sin desayunar rico.
He descubierto una cadena de Bakeries muy chula y con un montón de opciones estupendas para desayunar, merendar o incluso comer a muy buen precio. Te venden desde pan de maíz, hasta sandwiches bien completos, tortillas de patata, zumos multifrutas y una gran variedad de bollería.
Se llama La Gallofa & Co, y si vais por ahí os aconsejo una parada aunque solo sea para echar un vistazo porque los locales merecen la pena ser vistos.
Tras tomar fuerzas nada mejor que darse un buen paseo hasta el Real Palacio de la Magdalena situado en la península de la Magdalena como su nombre indica justo delante de la Isla De Mouro.
Un precioso Palacio construido en 1911 para el veraneo del Rey Alfonso XIII y su familia.
Así yo también paso los veranos en Santander no te jo... ¡perdón!, ¿lo he dicho en alto?
Al final entre una cosa y otra te pasas toda la mañana por la zona que es preciosa.
Para comer tenía bastantes ganas de un restaurante en la ciudad que al parecer tiene buena fama y como andaba cerca decidí pasarme a investigar.
Se llama el Cañadío, tienen una propuesta bastante interesante con precios de platos del día muy asequibles y bien preparados, con lo que me pude zampar una pedazo de fideuá de marisco impresionante.
En cuatro días me dio tiempo a mucho, lo bueno es alquilarse un coche y recorrer sus pueblos.
Un día me fui para el lado derecho y conocí pueblos como Astillero...
... y su Monumento al Pescador.
Pedreña, Solares, Isla, Noja...
Playa de Noja
...y Laredo donde di por concluido el día.
A la mañana siguiente después de meterme entre pecho y espalda un sobao pasiego como Dios manda procedí al inicio de la segunda ruta por el lado izquierdo de Cantabria visitando pueblos como Suances y Santillana del Mar.
Iglesia de Santillana del Mar
Preciosa San Vicente de la Barquera, que aunque ya lo conocía no me importo volver a pasear hasta llegar a su castillo e iglesia y tomarme un cafecito en una terraza por el que me cobraron ¡¡¡1 euro!!!
(No recuerdo haber pagado nunca tan poco por un café)
Comillas también me pareció precioso con muchas cosas que visitar, pero con el me quedo es con un pequeño pueblo del interior que me recomendaron no dejar de conocer: Bárcena Mayor.
Unas casas de piedra bien cuidadas que te aislaban mentalmente de todo y un Cocido Montañés para no olvidar en la vida en un restaurante llamado La Solana. Se me hace la boca agua...
Un buen paseo antes de volver a coger el coche para intentar bajar los 5 kilos de más que llevaba encima.
Cruzar el puente de madera y dar con el bosque de la zona lleno de castaños.
El último día siempre es mejor tomárselo con calma por eso de hacer la maleta y devolver el coche que siempre resulta un coñazo, pero siempre queda hueco para hacer las últimas compras y darse el homenaje que tenías planificado nada mas saber el destino de la escapada.
Mi capricho fue el Cenador de Amós, un restaurante que supero por mucho mis expectativas y al cual agradezco enormemente su total profesionalidad, trato y gran cocina.
Os dejo un pequeño avance de los que será un próximo post.
Espero que os animéis a visitar la vecina Cantabria, mucho que descubrir...
Besitos!!!