No hay nada mejor que levantarse un domingo por la mañana,
mirar por la ventana, ver un sol resplandeciente y que tu padre te diga
“vámonos de pintxos”. Es lo que he hecho hoy, después de dar un paseo y ver lo que queda de ambiente festivalero por la ciudad. He pasado por delante del Zeruko y
no me lo he pensado dos veces, es un sitio que invita a entrar. Entre tantos pintxos
era difícil decidirse, pero hemos terminado animándonos por estos y la elección
ha sido acertada.
Anguila ahumada
Carrillera (Barra)
Pastel de erizo con pasta kataifi